OLIVIA by Giselle Schwarzkopf

OLIVIA by Giselle Schwarzkopf

autor:Giselle Schwarzkopf
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788417142322
editor: Nova Casa Editorial
publicado: 2017-11-26T00:00:00+00:00


***

Un insulso desayuno comido en el auto, en medio de un camino abandonado que serpenteaba dentro de un bosque. Dos chicos charlando de forme tensa, con preocupación y todos los sentidos alerta.

—¿Crees que podremos huir siempre? —preguntó Olivia, llevando un mechón de su cabello tras su oreja. Aún no se acostumbraba a que las puntas le hicieran cosquillas en el cuello cada vez que movía la cabeza.

—No, solo debemos hacerlo hasta que pueda sacarte de aquí...

—Ya lo has dicho, pero ¿a dónde? ¿Por dónde?

—Aún no lo sé, Olivia. Pero créeme que al momento en que sepa cómo, serás la primera en saberlo —dijo con sequedad.

Avan tenía una pajilla entre las manos y jugueteaba con ella. La música del pendrive de Avan era una mezcla de punk rock e indie, con algunas cosas un poco más fuertes. A Olivia siempre le había gustado el gusto musical del chico. Sabía que en su pendrive nunca sonaría Bach o Richard Clayderman, pero le gustaba que hubiera un poco de My Chemical Romance y Blink-182, prefiriéndolo toda la vida antes que a Green Day. A pesar de que le gustaba, nunca podría superar Adam’s Song de Blink.

—¿Dormiremos aquí otra vez? —preguntó, no queriendo sonar quejica. Porque en verdad no se quejaba, había algo emocionante en todo lo que pasaban, muy a su pesar. Algo que siempre le hubiera gustado hacer. Claro que sin las presiones de la policía en sus talones o la deprimente realidad que dejaron atrás. Pero en momentos como esos, cuando no pensaba en nada, de veras podía creer que sencillamente recorría el país con Avan, durmiendo en el auto, o en algún hotel. Aunque siempre que lo pensó, ella era algunos años mayor...

Pero ella siempre había sido adelantada para su edad. Demasiado. Intentaba compensarlo con sus vestidos y muñecas, pero nunca parecía suficiente, su cerebro seguía creciendo, y su cuerpo también.

Y no podía detenerlo, no podía controlarlo.

Pero ya no le importaba.

Avan se encogió de hombros ante su pregunta. No podía saber lo que harían, aunque por como las nubes comenzaban a notarse en el horizonte creía que debían dormir en algún motel.

Entonces, por un segundo su cerebro se dignó a darle una brillante idea. Tomó su celular, y lo encendió por primera vez desde que había huido. Mientras marcaba el número, se rogó no estar cometiendo un gran error. Olivia lo miraba sin comprender con una ligera arruga entre sus cejas.

—Olivia —susurró el chico a la línea.



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